Análisis por Marble Arch
El apretado y emotivo abrazo de los jugadores albirrojos del final retrató la foto perfecta de cuánto costó la clasificación a Cuartos ante un Cerro Porteño aguerrido, concentrado, combativo, que vino a La Plata dispuesto a mostrar otra cara, y si bien careció de profundidad, jugó todas sus fichas en el último cuarto de hora para meter al León contra su valla y despertar el apoyo estremecedor de su gente. Estuve en 57, donde el cemento tembló, después de una previa de clima bastante tenue. Claro, los dueños del circo no permiten bengalas, papelitos ni serpentinas, mientras en las recepciones de Inter o Flamengo tiran toneladas de "pelpa" para luego garpar una hipotética multa equivalente a cosquillas para las billeteras engordadas por los magos del Laverap.
Poco de un Pincha sin ideas frente al atinado planteo paraguayo para avanzar en bloque, con pelota al piso y bochazos cruzados. Enfrente, el criterioso tranco de Amondarain, el característico raspado de un “Ruso” amonestado muy temprano, el inteligente manejo de Cristian Medina para acelerar o pausar con acierto, y el sacrificio de Carrillo para pelearlas todas como única referencia de vanguardia, no tuvieron complemento en la negativa displicencia de Castro ni en la intrascendente noche de Palacios, ambos flojísimos. La cueva, no obstante algunas fallas de González Pirez en las salidas, cumplió; Arzamendia se las rebuscó con altibajos por su banda, Román Gómez clausuró la suya para dejar su propia“Meza” bien servida de cara al futuro, y Muslera volvió a ser el amo y señor de su zona.
La visita prácticamente no llegó durante la primera mitad, y Estudiantes tuvo la más clara en una bocha robada por Carrillo por el medio, su pared con Ascacíbar, Guido pica al vacío para definir y el deficitario pase de Santiago, que va a los tobillos del 9, permite la cobertura rival. Era situación de gol, del valor de una estafa Libra en el contexto angurriento del encuentro.
En el complemento, la misma tónica de dientes apretados, y de escaso vuelo creativo. Un par de arranques prometedores de Cristian Medina, el mejor por lejos. Un tiro libre de Arzamendia frenteado arriba del travesaño por González Pirez, y la más patente a cargo de Castro, quien recibe a espaldas del zaguero un cabezazo bombeado de Guido en una réplica, y de frente al arco, con el fútbol picando, tira una masita a las manos de Arias.
Farías reemplazaba a Palacios a los 76’, cuando los murmullos de la platea se hacían sentir porque el equipo no encontraba la redonda, y la inexplicable variante de Santiago Núñez por Medina a los ’81 terminó de envalentonar a los huéspedes, cuyos cambios ofensivos cubrían todo el frente de ataque. Hubo una serie de corners consecutivos sobre el área de Muslera, se jugaba en campo local, Castro perdía el balón con facilidad exasperando a la gente, y el Tetra, acorralado, lo aguantaría hasta el cierre con el sudor en la piel y el aliento de su gente. Sufriendo. En tiempo cumplido, Cetré sustituyó a Castro, y un ratito antes, Farías apiló a uno, a dos, a tres, no encontraba el hueco para patear, se fue abriendo y le taparon el remate, en uno de esos slaloms que cimentaron su fama sabalera.
Se puede ver el vaso medio vacío, o medio lleno. Quienes esperaban un Estudiantes avasallante que barriera del terreno a su oponente encontraron empero a otro cauteloso, precavido, y por demás respetuoso del poderío guaraní, no obstante la vital ventaja conseguida en Asunción. A pesar de haber sido un desastre, estamos entre los ocho mejores del continente, datos para no soslayar. Y el mensaje timorato de Domínguez al armar línea de cinco para el epílogo permite diagnosticar que internamente sentía peligrar su continuidad en caso de eliminación.
El viri-viri asegura una inminente venta de Palacios al Panathinaikos de Grecia, y se estaría despidiendo del club. Flamengo nos espera el 15 de septiembre en Río de Janeiro, tras derrotar ayer categóricamente por 2 a 0 al Inter en Porto Alegre. A priori, una muralla china. Como lo era el Manchester en Old Trafford. Por eso soñar con un “Minga, Maracaná” parecería utópico, o tal vez descabellado. Pero en la Copa Libertadores sabemos de imposibles.
Salutti
Muslera: 7
Román Gómez: 7
Facundo Rodríguez: 6
González Pirez: 5
Arzamendia: 5
Castro: 4
Amondarain: 7
Ascacíbar: 5½
Medina: 8
Palacios: 4
Carrillo: 6
Farías: 5½