Su estirpe de campeón por fin lució intacta

Estudiantes sorteó el escollo más severo en la recta final del campeonato. Restaban tres partidos y Argentinos Juniors traía 5 victorias en línea, un embalaje por demás interesante, y su juego bien aceitado para imponer en una cancha chica.
Pero el Pincha lo ahogó de movida, cortándole todos los circuitos y estableciendo una leve superioridad que no se plasmaba en la red por la falta de punch. Así pasaban los minutos, y hasta los ‘25 el León era algo mejor, más allá de una salida en falso de Orión y del progresivo “peso” de Ortigoza. Sin embargo, tras un tiro libre al borde del área visitante, viene el rechazo de la zaga, Niell comanda el contraataque y Rius pone un 0-1 que no reflejaba el trámite.

Enseguida, la suerte de encontrar un rápido empate luego de una llegada profunda de la Brujita que un defensor despeja al lateral, la agarra Marquitos Rojo, gana el fondo y mete un centro con precisión brasilera para que la Gata, convertido en figura y Leona, enhebre su segundo cabezazo consecutivo con sello de gol. Psicológicamente fue una conquista clave, tanto como aquella en el Mineirao, para emparejar el tanteador y despertar la mística; con el mismo autor.

De ahí al cierre, y con énfasis en la segunda mitad, el Tetra doblegó al Bicho. Sin variar el dibujo táctico de 3 atrás para el mano a mano, doble cinco con el Chino y el Chavo, Rojo casi de 10 o wing izquierdo, Mercado casi de 8 o puntero derecho, JSV de enganche libre, y la Gata y Maxi a modo de mediapuntas. Aunque sacando a relucir la garra, el corazón, la personalidad, la determinación y el coraje del mejor equipo argentino de los últimos 5 años.

Estudiantes triunfa porque lo quiere ganar. Porque se convence de su obligación de hacerlo para no reavivar los fantasmas de aquella igualdad con Central, la tarde aciaga de la expulsión a Sebastián. Que ve la amarilla en una decisión costosa de Pezzota después del grito de la Gata, por un supuesto insulto, y se perderá el match con River; empero, de allí en más, el árbitro cobró mucho a favor del Grande. Como acusando una culpa gravosa, determinante en su conciencia ante un marco multitudinario convertido en fiesta épica por la familia y los gladiadores pincharratas.

A los 57’, el Chino inventa un foul y en una avivada al ejecutarlo lo deja solito a Maxi Núñez, quien define con tiro bajo y refuerza el impulso anímico del líder. Ya venían levantando Benítez y Braña, y a partir del desnivel se vio lo mejor del Pincha, encontrando los espacios y manejando la pelota con precisión. Mercado, de cabeza, al rato cerraría la tarde para un 3-1 justificado, categórico y esperanzador.
Quedan las gallinas y Arsenal. Este domingo, Vélez va a Mendoza para ser recibido por un Tomba que quizás se convierta en cenicienta –emulando a Tigre o a Lanús- o tal vez encare el encuentro con la seriedad necesaria. Si los de Assad no son condescendientes, el once de Liniers tendrá que remarla de veras. Porque el León volvió a pegar primero.

Quilmes fue una fiesta, extendida en la autopista y por los barrios. El cuadro de Alejandro Sabella, castigado por un uppercut sorpresivo, reaccionó a tiempo y al cabo pudo haber noqueado. Su estirpe de campeón por fin lució intacta, su alma contagia, y los leones estuvieron a la altura del compromiso, desplegando ese plus distintivo que ya es una cuestión de piel. Por eso su gente entendió el mensaje, y a estas horas celebra la vida.

Salutti

Gracias Marble