Análisis por Marble Arch
Canchita por Maraja
Me costó a la salida de UNO escribir el comentario, porque la histórica manifestación en defensa de la Educación Pública había resultado altamente emotiva en mi escala personal. Hijo de una maestra y de un periodista, sé cuánto dejaron para darme la posibilidad de estudiar. Y duele hondo leer o escuchar a un energúmeno profiriendo su odio visceral hacia un instrumento insustituible de ascenso social. Ojalá auditaran a sus declarados héroes, los fugadores.
Ya en la cancha, los 10 primeros minutos mostraron a los brasileños al ataque, dominantes, y ahí recordé aquella hazaña de 1983, cuando su ahora DT Renato la descosía, y en León se lo igualaba 3 a 3 con cuatro jugadores menos. Anoche parecían endiablados, y su natural disposición atlética contrastaba con el cansancio acumulado de un local sumido en infernal seguidilla.
Un error de Zaid al entregar corto en una salida propició la primera llegada del Gremio. Otro de Sosa, en un mal pase atrás, obligó al cierre salvador del mismo Romero. Sin embargo, lo más positivo del Pincha salía de los pies de José Ernesto, en algunas combinaciones por derecha con Mancuso y en su intención de construir, pues Palacios no la agarraba, Ascacíbar erraba muchas cesiones y Cetré lucía irresoluto. Hubo no obstante un bombazo ancho de Zaid contra el caño brasileño; y una media vuelta de Correa por encima del horizontal. En el eje, Enzo Pérez sería lo más regular del encuentro, raspando, ordenando y metiendo fuerte, incluso con un codazo a Cristaldo que no fue roja sólo por su envergadura de jugador.
“Y bueno, era un rival chivo”, escuché a la salida del estadio, con el 0-1 consumado. Claro, estos cuadros cariocas no son Barracas, y cualquier ventaja se paga carísima. Habían avisado previamente con una tijera de Cristaldo devuelta por el travesaño de Mansilla. Y lo terminó de padecer Estudiantes a los 77’ con ese contragolpe letal que Nathan Fernandes inicia en su propia área con un quite a Palacios, cruza de derecha a izquierda con determinación, abre de tres dedos al wing derecho y corre vacío todo el largo del rectángulo para empujar la pelota al arco vacío, mientras Zaid pierde en velocidad con el ingresado Gustavo Nunes en su desesperado intento por sanar una zona descubierta, ya que en su apuesta de espíritu ganador, Domínguez había cambiado al flojísimo Llollo por Méndez después de la expulsión de Rolón a los 66’. Minutos antes, Carrillo y Piatti sustituían a Correa y a Sosa, éstos protagonistas de la más clara apenas iniciado el complemento, con buena pinchada del 7 para el delantero, que amaga y le da un un fierrazo de zurda al cuerpo de Marchesín.
La media hora final mostró al dueño de casa sin respuestas futbolísticas ni repentización para inventar algo distinto. Lateralizando de un lado a otro frente a un oponente muy bien parado en su retaguardia, y tratando de encontrar las cabezas de Carrillo o Méndez en un centro salvador de Mancuso o Benedetti que jamás llegó; ambos marcadores de punta padecieron a los velocísimos extremos azules. Con Cetré en velada como su piel, Piatti sin peso específico y Palacios equivocando por lo general las decisiones. La jerarquía de Enzo Pérez aportaba la serenidad de base y Ascacíbar creció bastante para equilibrar aquellos 45’ paupérrimos, sin embargo el cambio de ritmo no existía.
El linesman, y trascartón el VAR, anularon el empate de Carrillo, quien desvía apenas un disparo de Palacios y vulnera las manos de manteca de Marchesín; unos centímetros en la tirada de líneas condenaron al goleador de Magdalena y salvaron el pellejo del guardameta.
Los gaúchos aterrizaron en La Plata con la obligación de triunfar para no quedarse casi afuera de la clasificación. Y los argumentos de la habilidad individual en la gambeta y una técnica exquisita para el dominio del esférico le simplificaron el trámite ante un Pincharrata incapaz de imponerse en los mano a mano por falta de confianza o por una sobrecarga evidente de esfuerzos. Ojo, dejaron todo. No tuvieron resto.
Con el diario del lunes, Méndez por Llollo resultó una equivocación. Quizás era Zuqui por el central. Por ese resquicio se filtró la ilusión de Porto Alegre para encender el griterío en el codito. Un energúmeno, ya denunciado por el club, realizó gestos desubicados a la torcida del Gremio. Cerca mío, escuché reiteradas puteadas a Ascacíbar, a Enzo, a Sosa, a Palacios, a Mancuso y a Llollo, fieles reflejos de una sociedad enferma.
La Semifinal con Boca, el martes venidero allá en Córdoba –otro infame despropósito con el sello de AFA-, será un examen de carácter. Hay tiempo para preparar la batalla, una verdadera Final. Recargar energías será tan vital para un equipo fusilado como trabajar el espíritu, de cara a un choque de preponderante componente mental.
Salutti
Mansilla: 5
Mancuso: 5
Zaid Romero: 7
Llollo: 3
Benedetti: 5
Sosa: 6
Enzo Pérez: 7
Ascacíbar: 5
Palacios: 5
Correa: 6
Cetré: 4
Carrillo: 6
Piatti: 5
Méndez: 4