Por Marble Arch
Con un cuarto de hora devastador en el arranque del complemento, el Pincha le pintó la cara a Quilmes para endilgarle su primera derrota del ciclo comandado por Sava.
Los 45’ iniciales mostraron, frente a la prolijidad táctica de la visita, una síntesis de las virtudes y defectos del producto Milito resumida en tres palabras sencillitas: posesión sin profundidad. Salvo aquella de Lucas Rodríguez, devuelta por el poste luego de una finta en una baldosa tras el pase generoso de Sánchez Miño.
Para colmo de males, minutos antes del descanso, Seba Domínguez comete un error grosero en una salida y propicia la apertura cervecera de Chirola Romero para desatar un coro de murmullos en el pasaje a los vestuarios.
Ahí el DT mueve el banco, sacando a Gil Romero para meter a Luciano Acosta. Y el petiso, en su tarea más importante en el club, entra con el pie derecho para terminar convirtiéndose en el socio ideal del ascendente Luquitas Rodríguez como pilares de la goleada.
Lo emparda con el empujoncito de Auzqui a un centro defectuoso de Palito Pereyra, y lo pasa a ganar en una ráfaga de 120 segundos cuando Acosta se la pone en el pecho a Cerutti, éste engancha, es derribado en claro penal, el árbitro aplica la ley de la ventaja y el pibe Rodríguez, franco frente al arco, lo rompe al agarrar el fútbol con tremenda precisión.
Esos mazazos demolieron al quilmeño, y al rato, otra vez se luce Acosta al cortarla entrelíneas para la definición exquisita de Auzqui, de primera, suave, con efecto continuado y a tres dedos, en un toque de potrero del impetuoso volante.
Ya Estudiantes se floreaba, y optó por replegarse unos metros para jugarle de contra. Erró un par de réplicas por centímetros, su rival no lo inquietaba, tanto Jara cuanto Sánchez Miño –en especial el ex Boca- se desdoblaban con gravitación, y el poker llega en un avance por la izquierda, de nuevo comandado por Acosta, su cruce alto hacia el sector opuesto para el ingreso libre de Rodríguez, quien encuentra la complicidad en el cierre fallido del arquero, toma el regalito y la pica suave evitando la estirada desesperada del zaguero.
Los diez finales, con el Colo Gil por la figura y Mendoza por Pereyra –variante sobradora elocuente en sí misma- mostraron al León regulando, conservando energías y hasta dándose el lujo de algún coqueteo.
Ojo, puso groggy a su oponente gracias a ese vendaval coronado por tres pepas casi consecutivas. Pero previo al momentáneo empate ya desplegaba una actitud diferente, propia de un equipo enchufado. Y en el sueño aún distante de Copa Libertadores, esa dosis de convicción vale igual que la abultada victoria.
Salutti
Puntajes
Navarro: 5
Jara: 6
Domínguez: 4
Desábato: 5
Pereyra: 6
Damonte: 6
Gil Romero: 4
Auzqui: 8
Sánchez Miño: 7
Cerutti: 6
Lucas Rodríguez: 9
Acosta: 8