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PACHORRA


Por Edgardo Pérez Castillo

"Humildad y trabajo". Pasaron dos horas de fútbol táctico y áspero contra Holanda. Se acaban de ir los penales que nos guiñan una nueva final y ahí nomás, en la cancha, el periodista tira el anzuelo para ver si el tipo engancha y escupe algo de rabia. Pero Sabella no piensa en revanchas ni venganzas históricas: el tipo valoriza la humildad y el trabajo.

Alejandro Sabella fue un crack al que la contemporaneidad no le tiró los mismos centros que a otros talentos. Por caso, el propio Neymar, estrella quebrada, símbolo y esperanza de este humillado anfitrión mundialista, hubiera sido apenas un recambio de lujo en el Brasil campeón del 70, o incluso ése del 2002.

A Sabella lo saben crack en Sheffield, en River y en Estudiantes, que en el 82 lo tuvo como integrante de ese mediocampo de lujo con los talentosos Ponce y Trobbiani, y con un hábil laburante como Miguel Russo. El Estudiantes del que sistemáticamente buscan olvidarse los reduccionistas que pintan al doctor Carlos Salvador Bilardo como un defensor del juego rústico. El brillante Estudiantes campeón que ganó 21 de sus 36 partidos, con 50 goles a favor y sólo tres derrotas. Ahí brillaba Sabella, ese crack al que le tocó en suerte compartir tiempo con el enorme Beto Alonso. Un virtuoso, Sabella, que supo lo que era quedar fuera de un Mundial y tuvo que ver cómo en México 86 la descosía ese petisito ruliento que le ganó el puesto: el Diego, el más grande entre los grandes.

Nota HdP si las hay!
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Pasaron 28 años y a Pachorra le tiran el anzuelo encarnado con sabor a venganza, pero el tipo no tiene facturas pendientes. Ni siquiera después de haber sido vilipendiado, burlado, insultado por el mediocre periodismo argentino que ahora se golpeará el pecho y jurará con gloria morir. O por esa raza pestilente de comentaristas virtuales y anónimos, que destilan odio vomitando resentimiento hacia todo aquello que no cuadra con sus míseras existencias.

De pronto, ahora los argentinos queremos ser como la ordenada Alemania, la metódica Alemania, la rigurosa Alemania. Existimos queriendo ser, siempre, algo que no somos. En esa gimnasia masturbatoria de anhelar virtudes ajenas, borramos los valores de nuestra propia historia. Elegimos olvidar que somos hijos de los aborígenes apaleados y los inmigrantes brutos que sobrevivieron aferrados a su mayor virtud: la vocación por el trabajo.

Pretendiendo una herencia que es pura ilusión, esquivamos el laburo y teorizamos sobre cómo poder ser éso que no somos. Tendríamos que ser como los alemanes, repetimos ahora como un mantra mientras tiramos nuestra basura en la calle, cruzamos un semáforo en rojo, le cagamos el estacionamiento destinado a los discapacitados, evadimos lo que pueda evadirse (impuestos, ganancias, la cuota del club). Lo repetimos mientras nos colamos en el bondi o le tocamos el culo a una mina en el boliche. Lo repetimos para olvidarnos que la patria también se construye desde los pequeños gestos cotidianos.

Lo sabe Sabella, laburante silencioso. Lo sabe mientras responde pacientemente, mientras esquiva las chicanas y elabora conceptos que van más allá del fútbol. Habla de solidaridad, de entender al otro. Habla con una honestidad intelectual que deberíamos comprender y replicar. Entre tanta intolerancia, entre tanta defensa de supuestas verdades absolutas, anulamos a todo aquel que piensa distinto. Nos cagamos en intentar pensar como el otro, en escucharlo, en disentir con argumentos. El otro, el distinto, es un hijo de puta. Asunto resuelto.

A Sabella le tiran el anzuelo encarnado con rencor acumulado, revestido del palabrerío barato que etiquetó y desestimó a un proceso de trabajo de años, de meses, de días intensos. Podría entonces recordarnos que la tenemos adentro, pero a diferencia del petisito ruliento (ése de las contradicciones enormes como su fútbol), el tipo habla de humildad y trabajo. Los mismos valores que enarboló como bandera Osvaldo Zubeldía, que heredó Bilardo y que Sabella respeta como hijo adoptivo de una escuela entrañable. Lo sabemos los pincharratas, mientras lo defendemos con orgullo también a la distancia, acá en Rosario, en la redacción de Rosario/12, entre leprosos y canayas que hoy pueden abrazarse en la victoria. Lo sabemos los pincharratas, eligen olvidarlo los detractores.

Le tiran el anzuelo y Alejandro podría subirse al pedestal del triunfo para recordarnos, a todos y cada uno, cómo pintamos con mierda lo que ellos buscaron construir poniendo por encima de todo aquellos valores que heredamos de nuestros indios apaleados y nuestros abuelos laburantes. Los valores que preferimos esconder mientras anhelamos ser algo distinto a lo que somos. Le tiran el anzuelo y Sabella no pica. Humildad y trabajo, carajo.

Previa Copa Euroamericana / ESTUDIANTES vs FIORENTINA



ESTUDIANTES:
Agustí­n Silva; Leonardo Jara, Jonathan Schunke o Germán Ré, Leandro Desábato, Jonathan Silva; Matí­as Aguirregaray, Gastón Gil Romero, Román Martinez, Joaquí­n Correa; Carlos Auzqui y Guido Carrillo.
DT: Mauricio Pellegrino

FIORENTINA:
Luca Lezzerini; Facundo Roncaglia, Gonzalo Rodríguez, Ahmed Hegazi y Manuel Pasqual; Josip Ilicic, David Pizarro y Juan Vargas; Borja Valero; Giusseppe Rossi y Mario Gómez.
DT: Vicenzo Montella

Estadio: Ciudad La Plata
Árbitro: Néstor Pitana
Horario: 15.
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El Pincha mostró su mejor Pergamino

ESTUDIANTES 3
DOUGLAS HAIG 1

por Marble Arch

La diferencia de categoría resultó evidente. Allí radicó la clave del cómodo triunfo pincharrata sobre Douglas Haig, un adversario de aceptable pie, pero físicamente livianito e ingenuo para la marca.

Por eso, el 3 a 1 fue pijotero, porque era sorpresa aquel empate de cabeza a los 28’ en función de las reiteradas chances desperdiciadas por el León, y el “Gori” Silva pasó pocos sobresaltos al margen de un bombazo en el travesaño y dos entradas exigidas que ganó de abajo. 

Enfrente, con un abrumador porcentaje de tenencia a su favor (68 a 32%), Estudiantes toqueteó bastante gracias al incesante despliegue de Román Martínez, a quien se observó estilizado y predispuesto en el aspecto atlético. El ex Tigre, apoyado en el tesón de Gil Romero, en algunas cositas de Joaquín Correa, en el pivoteo de Carrillo y en el pistoneo de Aguirregaray y Auzqui por las bandas, manejó los hilos del equipo.

Con fundamental protagonismo del citado Auzqui, partícipe de los tres goles: en el primero, resuelve bien rodeado de rivales al borde del área grande y se la cede a Carrillo, que utiliza el puntín como recurso para abrir el marcador; en el 2-1, madruga al defensor en el primer poste y peina un corner al segundo, dejando a Román Martínez debajo del arco para empujarla; y en el tercero va al vacío a buscar la cesión de Correa y a toda carrera mete un taco hacia atrás para el mismo tucumano, quien de frente la acomoda de zurda. Partidazo de Carlitos, otro muy mejorado respecto al torneo pasado.

Abajo, la zaga conformada por Jara, el Chavo, Schunke y Silva se encargó de cerrar todos los caminos, con llamativo timming para el anticipo por parte de Leo, robando muchas pelotas por “leer” la jugada. A Jonathan se lo observó contenido, sin tanto desenfreno por ir a lo loco.  
El León, con los ingresos de Carrasco y Palote, siguió buscando el arco pergaminero. Hubo dos o tres ocasiones netas para aumentar la diferencia. Y el balance dejó un saldo positivo en la apertura oficial del segundo semestre, alegrando a la numerosa parcialidad albirroja aposentada en la cabecera visitante del estadio de Banfield.

Así, con Prediger, Graciani y Vera como refuerzos de jerarquía, ELP arrancó para ilusionar. Y si el contrario no daba la talla, su producción lo subrayó.
Salutti
P u n t a j e s

Silva: 6
Jara: 7
Desábato: 6
Schunke: 6
Jonathan Silva: 6
Aguirregaray: 5
Gil Romero: 6
Román Martínez: 8
Correa: 6
Carrillo: 6
Auzqui: 8
Carrasco: 6

Murió de pie y el pueblo lo agradece



por Marble Arch

#LaBatallaFinal Capítulo VII

Se escuchan bombas de estruendo y bocinas en La Plata. En Formosa, en Neuquén. No. No es la comunidad extranjera con antepasados en Berlín expresando su alegría por la victoria de Alemania, heroína de una batalla tremenda entre los dos combinados más poderosos de cuantos pisaron la tierra garota.

Uno de los pocos errores de la zaga nacional, en plena prórroga y cuando ya los reflejos languidecían, les permitió abrazar la gloria, luego de un partido que dominaron claramente en la media hora inicial, a tajadas en el complemento, y con mayor resto físico en los 30 de alargue.

Sin embargo, fue Argentina la dueña de las chances fundamentales en el global: una ancha de Higuaín, otra del Pipa en mano a mano al no aprovechar un regalito del fondo rival, el tanto anulado por offside, esa zurdazo rasante de Messi apenas ancho, y aquella franca de Palacio tirándola desviada por encima del arquero.

Lavezzi, el mejor en los 45’ de base, se quedó en el banco en el entretiempo, seguramente acusando alguna dolencia. Y si bien Agüero entró bien para aguantarla de espaldas al arco, no tuvo socio en un Messi altamente ausente, al que no debemos discutir como crack, por favor, ni tampoco volver a comparar con Diego Maradona.

Sabella leyó en el descanso que Schweinsteiger manejaba los hilos, y trató en adelante que el fútbol no pasara por sus pies. Así, la tenencia del adversario no fue tan limpia como en el arranque, lateralizaron demasiado, y sus opciones fueron contadas a partir de la movilidad de Özil, mientras la escuadra albiceleste daba la sensación de esperar agazapada para apretar el gatillo en una contra letal.

De igual modo encararon la media hora decisiva, y en una acción que pudo torcer el curso de la historia, el golero teutón golpea a Higuaín al borde del área grande, en grosero penal no sancionado, reavivando en el imaginario colectivo el fantasma del mexicano Codesal.

Hasta que la contra fulminante llegó de enfrente, tras un centro sobre la banda izquierda servido a plena carrera, para que Mario Götze la bajara de pecho entre Demichelis y Garay, cruzándola de aire al poste alejado de un Romero sorprendido. Significó un uppercut al mentón del equipo, casi un “gol de oro” al percibir en ese instante una realidad avasalladora, acuciante por falta de tiempo, por ausencia de reservas y por el peso específico de las circunstancias. Anímicamente lo demolió.

Por eso los germanos celebraron antes en un típico encuentro de aristas durísimas, donde triunfaba quien castigaba primero. Donde el planteo de Sabella fue correcto, quizás con cierta demora en el ingreso de Gago por un Enzo Pérez agotado de recorrer el crucigrama táctico. 

De hecho, pese al esfuerzo se perdieron infinidad de rebotes y segundas pelotas por cansancio. El combate frente a Holanda martilló el doble al medir a un oponente que humillaba a Brasil sin gastar energías, y contó aparte con un handicap determinante en esas 24 horas más de descanso. Eso gravitó muchísimo en los pique cortos y a la hora de la definición.

Hay derrotas que enaltecen. Esta fue una de ellas. Aunque no logró ganarla, nadie le quitará al cuerpo técnico comandado por el Magno el enorme mérito de arribar a la instancia suprema de la Copa del Mundo. Elevaron el prestigio de nuestro fútbol a las nubes. Hubo trabajo, seriedad. Respeto para afuera y hacia dentro. Se recuperaron conceptos extraviados: humildad, voluntad, compromiso, solidaridad.

Pero los adoradores del éxito foráneo, mediocres amantes del verso y caracterizados vendehumo de los medios masivos, escupirán a los cuatro vientos sus bocanadas de aire viciado. Tratarán de ocultar con discursos rebuscados el patético rol de exitistas natos, después de haber sido sabellistas por algunos días.

Siguen estallando los fuegos artificiales y se agitan las banderas en la Ciudad de las Diagonales. También en Mendoza, en Salta, en Santiago del Estero. En Córdoba y en Tucumán.

Y no. No es la colectividad descendiente de Johan Sebastian Bach, Mozart y Beckenbauer festejando el título obtenido por su país. Es la sincera gratitud de la gente, la retribución de los argentinos a sus jugadores, por haber dejado el alma en la cancha. 
Salutti
P u n t a j e s

Romero: 7
Rojo: 6
Garay: 6
Demichelis: 7
Zabaleta: 5
Enzo Pérez: 5
Biglia: 5
Mascherano: 7
Messi: 4
Higuaín: 5
Lavezzi: 8
Palacio: 5
Agüero: 5
Gago: 6

Dr. Löw


Estimado Dr. Joachim Löw, primero conoci un DT, luego una persona y finalmente un hermano del alma! Acompañamos y apoyamos incondicionalmente a quienes merecen coronarse Campeones Mundiales de Brasil 2014. Estamos mas que nunca con Ud., con todo su CT y grandiosos jugadores. 
No tenga dudas, que esta Copa ya es suya y de todo el pueblo teutón que tanto se la merece..!
Es mi mayor deseo. Lo quiero.

Atte.

Las manos de Goyco y la escuela de Don Osvaldo



por Marble Arch

#LaBatallaFinal Capítulo VI

Restaban sólo dos peldaños. Pero Romero emuló a Goyco, la efectividad de sus compañeros fue perfecta, y ahora la caravana albiceleste inunda avenidas a través de la noche sudamericana. ¿Cuánto hacía que el pueblo argentino en su conjunto, sin distinciones partidarias o políticas, no salía así en masa a la calle a celebrar una victoria de su seleccionado nacional? Décadas, con seguridad.

Sorteamos a la brava Holanda en la lotería de los penales y en verdad hubiese significado una pena Máxima la derrota, porque contamos con las chances más claras en el juego neto, sobremanera en plena prórroga; y los 45 iniciales, con un Enzo Pérez brillante, fueron superiores al estéril dominio holandés del complemento. En un partido netamente táctico, muy posicional, de pelota cuidada al extremo, con rígida concentración por ambos lados para prevalecer en cada anticipo, cruce o rebote. Un match estudiado minuciosamente en sus detalles por dos Señores Entrenadores

Bajo esos parámetros desequilibrarían los detalles, o las individualidades. Absorbido Messi por la marca personal, nublado en el pecado de la gambeta heroica, apenas desniveló en tres o cuatro ocasiones. Y Enzo tomó pronto la lanza. Encaró hacia delante, pivoteó por los dos laterales y mientras tuvo piernas preocupó al rival; aunque éste esperaba con sus diez hombres en el propio terreno, achicando los espacios y dificultando los avances, por lo general productos de prolongadas tenencias.

Atrás, Rojo y Zabaleta no sufrieron complicaciones; en actuación descollante, Garay lo borró a Van Persie, nada menos; y Demichelis perdió tres veces con Robben: una de tarjeta amarilla al ser cuerpeado por el pelado, otra donde el holandés le tira un caño, se mete al área y obliga al heroico cruce del león Mascherano; y en la más peligrosa de los naranjas, cuando su crack encara casi en el área chica, con pelota dominada, y el 5 argentino –figura y corazón del equipo-, intercepta el disparo franco luego de un esfuerzo ciclópeo, desviándolo con la punta de su botín.

Biglia, quien terminó con un brazo vendado después de un fuerte encontronazo, se prodigó a la par de Javier para dejar la vida en el césped. Y acaso arriba haya estado el déficit, porque al Pipa lo encerraron siempre los gigantes de Van Gaal, Lavezzi despareció en el segundo tiempo para eclipsar un comienzo por demás interesante, y entre los relevos, ni el Kun Agüero ni Palacio pudieron imponer sus atributos. No obstante, el sacrificio de Higuaín para presionar a los defensores merece un subrayado.

Al final daba la sensación que el 0 a 0 no se quebraría ni estirando tres días el encuentro. Empezaron los pelotazos holandeses sin destino, la selección parecía cómoda con ir a los penales a sabiendas que su oponente agotaba cambios sin incluir al golero especialista –responsable de la eliminación de Costa Rica-, y la firmeza de su zaga concedía un respaldo de confianza para la opción de alguna escapada heroica. Los cuerpos lucían calientes, los músculos adormecidos.

Entonces Maxi Rodríguez, el tercer ingresado y a la postre autor del tanto decisivo en la ruleta de los doce pasos, protagonizó las dos situaciones más elocuentes en ese alargue de nervios e hipertensión. Primero se la empala a Palacio, y Rodrigo, en vez de bajarla para definir de zurda, se apura con un débil cabezazo a las manos de Cillessen; al rato, en uno de los pocos desbordes de Messi, llega al centro pasado de Lionel y el volante leproso la agarra pifiada desde un lugar privilegiado.

Falta sólo un escalón. Y al percibir la emoción de estar tan cerca de la gloria, y tan omnipresente en este cuerpo técnico pincharrata, ese duende llamado Don Osvaldo sonríe de costado en el cielo de los héroes.
Salutti
P u n t a j e s

Romero: 9
Rojo: 7
Garay: 9
Demichelis: 5
Enzo Pérez: 8
Zabaleta: 6
Biglia: 7
Mascherano: 9
Messi: 5
Higuaín: 5
Lavezzi: 5
Palacio: 5
Agüero: 4
Maxi: 6

Dr. Van Gaal



Estimado Dr. Louis Van Gaal, depositamos nuestras inmensas esperanzas en su sabiduría para que pueda conducir a nuestra querida Holanda a las deseada semifinal de la Copa Mundial 2014 que se disputa en Brasil.
Sepa que estamos con Uds. en todo momento.!

Atte.

Mística, emoción y sentimiento



por Marble Arch

#LaBatallaFinal Capítulo V

Hay una imagen, ni bien concluye el partido, que acaso sirva para resumir el cúmulo de nervios, ansiedad y sensaciones: los jugadores cantando en un racimo, ofrendando la victoria a la hinchada, y por ahí se lo ve a Messi caminando con los brazos abiertos y la sonrisa de oreja a oreja, para leerle en su boca, a viva voz, esa estrofa que baja de las tribunas y recorre Sudamérica como un reguero de fuego: “olé, olé, olé, olé, olé, olé, olá… olé, olé, olé, cada día te quiero más, soy argentino, es un sentimiento, no puedo parar…”. Era un 10 distinto, conmovido por la emoción.

Antes se observaba otro equipo, en el amplio sentido de la palabra. Seguro, convincente. Y a otro Lio, sacrificado, solidario al punto de correr rivales y cometer infracciones, para terminar siendo más importante en ese rol, aunque se despachó dos o tres toques majestuosos simplificados en esa cortada mágica a Di María, desperdiciada por Angelito.

El planteo de Bélgica, el adversario más ofensivo de los enfrentados en este Mundial, abrió los espacios necesarios para el lucimiento de Argentina, le ahorró problemas en la gestación, y al cabo, sostenidos por una zaga de óptimo rendimiento, terminaron desnivelando los handicaps cualitativos de sus hombres mejor dotados. Con un Higuaín que al fin justificó su titularidad, bancándose cada mano a mano sin perder casi ninguno, desnivelando el marcador de media volea por estar enchufado en el juego luego de un mal pase de Di María, y armando en el complemento una apilada bárbara devuelta por el travesaño junto a la ovación de la gente.

Bélgica complicó con los centros, por la estatura de sus delanteros y de un Fellaini muy movedizo, astuto para tocar de primera, limpiar el panorama y meterse en el área. Esa fórmula les permitió a los europeos arrimar peligro cuando el encuentro se moría, gracias a los ollazos desde las bandas, pero la dupla central estuvo firme, la trampa del offside se tiró con acierto, y los sobresaltos reales fueron contados.

Además de aquella del Pipita, Messi lo pudo liquidar en un contragolpe, entrando solo en el mano a mano ahogado por el excelente arquero belga sobre el final; esa acción, o la previa del 9, le hubiesen concedido a la Selección una tranquilidad merecida por inteligencia táctica, equilibrio y preponderancia.

A falta de Marquitos, el también pincha Basanta dio la talla. La prematura lesión de “Fideo” permitió el ingreso de Enzo, y al mendocino no le pesó ni un poquito, haciéndonos recordar en varios arranques a sus pinceladas del 2009 en el Mineirao. Lavezzi, sacrificado en función de carrillero, agotó sus energías hasta ser reemplazado. Y el doble cinco, con el motor inagotable de Mascherano y el apoyo de un Biglia aprobado a pesar de ciertas distracciones, disimuló la elegancia de Gago con un raspado permanente en el que la concentración para el anticipo resultó el secreto de la superioridad. Así, partido en el medio, Bélgica se cansó de dividir fútbols altos sin destino en la etapa inicial, claramente favorable a la escuadra albiceleste.

No obstante, a la hora de recriminarle algo al once de Sabella, hubo un notorio debe en esos quince minutos ulteriores, donde no consiguió defenderse con la pelota en su poder, facilitando la levantada del oponente. O las grandes lagunas de Messi en los segundos cuarenta y cinco, pues pasó desapercibido durante prolongados lapsos, y se fue largo en tres o cuatro cesiones a sus compañeros. Allí se extrañaron el despliegue hiriente de Di María, su aureola y su posesión.

Sin embargo, Higuaín despertaba tempranito de su siesta brasilera para cumplir con la cuota medular de cualquier centrodelantero, el conjunto en general destiló confianza, y así “La Batalla Final” sigue su curso irreductible. A despecho de mufas, contreras, envidiosos y opinólogos de cuarta.

Restan sólo dos peldaños. Y si nos cuentan que esta madrugada un duende llamado Don Osvaldo anduvo dispersando semillas sobre la tierra bendita, bajo la lluvia absoluta de City Bell, pensemos en su avanzado alumno Carlos, en el discípulo Alejandro Magno, y en el profundo origen de esa mística expandida de nuevo hacia la esfera universal.
Salutti
P u n t a j e s

Romero: 6
Basanta: 7
Garay: 7
Demichelis: 6
Zabaleta: 6
Biglia: 5
Mascherano: 8
Messi: 6
Di María: 6
Higuaín: 9
Lavezzi: 6
Enzo Pérez: 6
Palacio: 5

Dr.Wilmots


Estimado Dr. Marc Wilmots, nuestros mej*res augurios para la siguiente ronda del Mundial de Brasil.
No cabe duda que con este apoyo, están en buenas manos.

atte.

Dios te salve, Di María…


por Marble Arch

#LaBatallaFinal Capítulo IV

¿Cómo abstraerse del alud de nervios y emociones de un alargue devastador? ¿Cómo analizar luego un partido bien dividido en sus mitades, con un primer tiempo donde Argentina lució sedada, y un complemento en el que buscó de todas las maneras posibles hasta merecer largamente la victoria?

En los quince iniciales de la prórroga, por momentos pareció resguardar fuerzas, aunque también por instantes ya ninguno daba más. Pesaban las piernas gracias a ese desgaste que había inclinado la cancha. Y llegó el arranque de Messi, el toque sutil para la entrada libre de Di María, y la definición aprendida en los potreros de Arroyito por “Fideo”, abriendo el pie para cruzarla suave y rasante al poste alejado, desatando la locura de una nación.

Restaba todavía sufrir: un cabezazo en el palo de Romero, en el último corner, para verlo muchas veces y convencernos que no entró, tampoco en el rebote desperdiciado por el mismo ejecutante al pegarle con la canilla (la suerte del campeón). Y el tiro libre en el suspiro ulterior, de frente al arco, al borde del área y devuelto por la barrera.

Angelito justificó ese desenlace, porque fue la figura excluyente del equipo. Aun equivocando muchas veces, intentó siempre por un lado y por el otro, encaró con frescura, con fe, probó al arco y fue el jugador más importante, coronando su actuación con esa conquista que ya forma parte de la historia. E incluso, con todos los rojitos arriba, contó con su segunda chance, disparando apenitas ancho desde la raya media, después de una gambeta corta, a la valla vacía. Previamente, el arquero rival le descolgaba una clara del ángulo, con destino de red.

Un peldaño más abajo, el enorme Marcos Rojo y Mascherano, ambos jugando con el corazón cada pelota, y contagiando a sus compañeros. El lateral pincha aró su banda con un ida y vuelta de enciclopedia; el volante suplió además los constantes nubarrones de Gago, y ordenó cada salida o cada resguardo al convertirse invariablemente en receptor libre o en primer relevo.

Casi nada de Higuaín, al margen de un cabezazo, muy poco de un Lavezzi cuya efectividad repercute en las redes sociales por encima del rectángulo, tibio el ingresado Palacio –rifó la mejor jugada de Messi…- y el 10 del Barsa a cuentagotas. Incómodo con la marca escalonada que sorteó sólo en tres o cuatro oportunidades, esconde sin embargo un as en la manga y esa baraja viene siendo determinante: acompañada por el cachetazo de Angelito, su frialdad en el minuto 118 fue digna de un elegido.

Suiza llegó tres veces en los noventa: la devuelta con los pies por Romero tras un jugadón de Shaqiri desairando contra la línea de fondo a Garay, aquella mal picada por Drimic en el mano a mano con “Chiquito” al rematar un letal contragolpe, y ese frentazo alto en el descuento. La zaga, por ende, cumplió. 

Brasil cinchaba por Suiza, la variante de Lucas Biglia por Gago le brindaba energías al sector central, San Pablo se aprestaba a disfrutar la ruleta de los penales con la factible desgracia vecina, la hinchada albiceleste languidecía, el seleccionado iba sin fortuna, y un octavo de final de dramatismo incomparable epilogaba debajo del sol.

Pero Lionel tuvo un metro de ventaja, y el Ángel rosarino no sólo guardaba oxígeno en los pulmones para volar en soledad hacia el vacío: dentro de su botín zurdo latía un milagro llamado fútbol, clase innata de raíz genética, la única medicina existente para salvar del colapso a un país enfermo de pasión.
Salutti 

P u n t a j e s

Romero: 6
Rojo: 9
Garay: 6
Fede Fernández: 7
Zabaleta: 5
Gago: 4
Mascherano: 9
Messi: 8
Di María: 10
Higuaín: 3
Lavezzi: 5
Palacio: 5
Biglia: 6

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NO SE OLVIDEN...

NO SE OLVIDEN...

Homenaje a Caloi

Homenaje a Caloi
Gracias Revista Animals! / clik en la imágen para ampliar.

Wallpaper por Estudiantes

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