Por Marble Arch

Otra hermosa noche de Copa. El debut soñado en la fase de grupos con un categórico 3 a 0 al temido Barcelona de Guayaquil. Y como frutilla del postre, el primer “hat trick” en la carrera de Guido Carrillo, ahora endiosado por todos, al punto de tildarlo de “jugador europeo” o de “delantero completo”, mientras apuestan cuánto le queda en La Plata; son los mismos que no le ponían más de 5 ó 6 cuando el autor de esta crónica lo ensalzaba contra viento y marea, escribiendo más de un año y medio atrás eso que ahora es caramelo Sugus. Por eso lagrimeé cuando la ovación de la tribuna, al ser reemplazado, llevó implícita la inequívoca retribución a un ídolo.
El pibe de Magdalena avisaba temprano, con un frentazo de anticipo apenas ancho; al ratito atropelló para aprovechar el rebote del arquero a un bombazo de Damonte, y la mandó a guardar. De ahí a los 80’, con pequeños lapsos de tenencia visitante en los 15” iniciales del complemento, un concierto futbolístico del León. Dueño y señor de la pelota, contundente, confiado, solidario. Esos ochenta no son caprichosos; explican la sensación de haberle sobrado, al partido, los diez últimos minutos.
¿Por qué goleó Estudiantes? Porque Hilario respondió al ser requerido. Porque Aguirregaray fue de menos a más para terminar redondeando una elogiosa tarea; porque ni Schunke ni el Chavo mostraron complicaciones; porque Álvaro Pereyra continúa mejorando su rinde, no obstante cierto apuro con algunos pelotazos paralelos a la raya; porque Auzqui es Auzqui pero le da intensidad a su desorden, y en el tercer gol además de Auzqui fue Sosa, Sócrates y Trobbiani; porque el colorado Gil se comió la cancha, jugando y haciendo jugar; porque el platinado la ofició de ladero ideal para el ex Olimpo, con entrega e inteligencia; porque Sánchez Miño tiene la pierna derecha sólo para caminar y una zurda exquisita de la que acaso surja un centro exacto para el cabezazo letal del 2 a 0; porque Pocho Cerutti encaró siempre y no pudieron pararlo casi nunca, en otro partidazo; porque los tres suplentes –Rosales, Barbona y Román- entraron muy bien.
Y sí. Porque a su casaca número 9 la lleva un pibe surgido de las inferiores, hincha del club, e indiscutible crack de selección, enunciado harto elocuente ya durante la temporada pasada, sobremanera en esos dos encuentros de cuchillo y revólver contra River Plate que al millonario le terminarían costando el título local.
Párrafo aparte para la arquitectura del 3 a 0. Gil –creo- cede atrás para Schunke, éste levanta el bocho y la tira rasante para Auzqui, parado en posición de 8 adelantado; Auzqui amaga y la deja pasar, cayéndole mansita a Carrillo, que la habilita limpia y de rastrón para la subida de Rosales por la banda derecha; el lateral eleva la vista y manda el centro al primer palo, a donde picaba Auzqui, quien cortina y abre las piernas para que Guido, debajo del arco, la empuje a la red. Una obra de arte.
“El domingo cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar”, gritaba la gente en el final. Y en la adrenalina del fervor generalizado uno se prende a la piñata, aunque ya saliendo, y analizándolo más en frío, me trajo a colación aquella desazón por el milagroso 3 a 3 de Gimnasia contra Rafaela en los días previos a la vuelta olímpica en el Mineirao.
Vale la pena diferenciar. También estar vivo, con los poros latentes, porque la camiseta rojiblanca exuda nítidas células de gala en cada honorífica parada por las mil y una noches del continente.
Salutti
Puntajes
Hilario: 7
Aguirregaray: 7
Schunke: 7
Desábato: 6
Álvaro Pereyra: 6
Auzqui: 7
Gil: 9
Damonte: 8
Sánchez Miño: 6
Cerutti: 8
Carrillo: 10
Rosales: 7
Barbona: 6
Román: 6