El nuevo mapa del fútbol argentino

Los últimos torneos domésticos acentuaron una tendencia que los viejos poderosos no logran contrarrestar: el fútbol ha cambiado, los extremos se achicaron hasta igualarse, e infranqueables barreras históricas sucumbieron paso a paso al peso de la realidad. Por caso, el descenso de River Plate marca un hecho inimaginable hace cuatro décadas, utópico 10 ó 15 años atrás, y crudamente palpable hoy en día para quienes cinchan por los antiguos millonarios, devenidos en ilustres con apellido que transitan la pálida pasarela de la bancarrota. A despecho del risueño sitio ole.com.ar, cuya directiva mantiene el escudito de Núñez en el círculo privilegiado, ignorando su pérdida de categoría.

El mapa geográfico del deporte más popular, en consecuencia, insta a quemar los libros. La vieja “Primera B”, convertida en “B Nacional”, tiene en sus huestes a una clientela de pergaminos rutilantes y actualidad poco envidiable: River, Huracán, Quilmes, Gimnasia, Rosario Central, Chacarita, Ferro… E incluso ya se habla del retorno a los estadios de las hinchadas visitantes. Para acompañar a las gallinas del “Macho” Almeyda, lo cual resultaría vergonzante. ¿Y la erradicación de la violencia? Por una extraña retorsión de la enferma corporación mafiosa llamada AFA, acabarían recompensando a una parcialidad violenta, que viene de asolar a un barrio, saqueando comercios y propiedades privadas ante la pasividad de las teóricas “fuerzas del orden”. Horas antes, un caracterizado grupo de “Choborras del Tablón” ingresaba al vestuario de Pezzotta para realizarle sugerencias de arbitraje, en pleno entretiempo de la final riverplatense más dolorosa.

Como si el balompié capitalino necesitara oxigenarse, condenando equipos al infierno, cada vez quedan menos clubes “de primera” en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires: Boca, San Lorenzo, Vélez, Argentinos Juniors y All Boys. Siendo generosos, podemos agregar a Tigre, al desvalorizado clásico de Avellaneda, a Banfield y a Lanús. En la vereda de enfrente, el próximo certamen superior se verá nutrido de un verdadero federalismo, a la usanza de aquellos “Nacionales” de otrora, con Atlético Rafaela, Belgrano de Córdoba, NOB, Colón y Unión de Santa Fe, Godoy Cruz de Mendoza, San Martín de San Juan, Olimpo de Bahía Blanca y Estudiantes de La Plata.

¿Qué ha quedado de las denominadas “entidades grandes? Migajas. Boca se encaminó hacia la intrascendencia, con Falcioni y su discurso en el centro del desconcierto. Independiente orilló la Promoción; San Lorenzo terminó pidiendo la hora bajo una lluvia de insultos para jugadores y dirigentes mientras sigue pagando el efecto Tinelli; el trágico precipicio de River toma forma de tema de estado en los sospechosos estrados de la política; y Racing vive abonado a esa eterna crisis de irregularidad que inquieta a la “Guardia Imperial” por aproximación al abismo.

El inicio de la Copa América cubrirá ciertas angustias con un manto imaginario. Pero ellas no son pasajeras, y al cabo, ya rodando de lleno el segundo semestre, algunas economías trinarán en la desesperación. Instituciones quebradas, apretadas a regalar a sus promesas, sin chances de contratar figuras, ni posibilidades concretas de enfrentar obligaciones financieras.

En su sede de Calle 53, y en el Country de City Bell, los popes pinchas necesitan tomar nota del nuevo croquis. Entender que un par de malas administraciones y varios soplos de desventura dentro del campo de juego pueden desencadenar en la hipoteca del futuro. Los ejemplos son palpables, cotidianos. Golpean a la vuelta de la equina. Y aunque parecen asuntos lejanos, el hilo no es demasiado grueso en este fútbol de clubes pobres y empresarios ricos.

Salutti / Gracias Marble, huuuuyyyaaaaaa!!!!