La escuela pincha batió al tiki-tiki

Checho, cómo ves la $ele$$ión?

En la denominada “Final Anticipada” de la Copa América, Uruguay selló el ticket de despedida argentino con una actuación histórica que a cualquier pincha bien nacido le habrá despertado una mueca de simpatía. ¿David doblegó a Goliat? No creo. Al salir a la cancha el visitante, cada individuo transportaba en su interior a un gladiador que iba a la guerra.

Con un hombre menos en la mayor parte del match, el once del Maestro Tabárez mordió en todos lados, disputó cada fútbol como si fuera el último, sufrió la injusticia de un gol mal anulado, y terminó con puntería perfecta en la lotería de los penales, donde su suerte, en virtud de las impecables ejecuciones de sus jugadores, tampoco mereció tanto suspenso en la comparación con los dubitativos disparos de Messi y compañía.

El rostro desencajado del mentiroso “Checho” Batista, al terminar el alargue, presagiaba el epílogo vivido. Digno alumno del vendehumo Cappa, su equipo no ganó una sola pelota quieta en ninguna de las dos áreas, donde la superioridad uruguaya resultó abrumadora. Diagnóstico típico de la falta de trabajo, del desprecio por el laboratorio, de la sola apuesta a los raptos de inspiración individual.

Messi, ¿el mejor jugador del mundo?, tuvo un primer tiempo de buen nivel, y en el complemento apareció a cuentagotas. Es evidente que en el Barcelona, donde la mayoría de los cotejos no tienen equivalencias, la rompe; con la 10 de Maradona, su techo es este. Y basta de excusas, ¿o va a explotar en el próximo Mundial? Un gran jugador. Y punto. Para no volver nunca más a comparar con el Diego, desde lo místico, lo espiritual y lo epopéyico, ni tampoco desde el rol de líder absoluto por carácter.

Abajo, la defensa hizo agua cada vez que la apuraron, y en el medio, el “tiki-tiki” alentado por los anti-albirrojos no sirve si no va acompañado de otros atributos, de otras cualidades que esta selección no posee y el cuerpo técnico del chamuyo jamás le ha inculcado.

Enfrente, la picardía de Forlán y la estatura de un delantero tremendo como Luis Suárez le bastó a los celestes para complicar toda la noche; Suárez no es muy fino, pero tampoco es tosco, obliga siempre, busca a cada paso el lugar vacío, posee una potencia admirable y carece de egoísmo. En el centro del campo, el tesón y la garra proverbial de la vecina orilla equipararon las evidentes diferencias, y en varios pasajes del encuentro se vio a la Argentina quebrada por el coraje de un conjunto aguerrido, comprometido con una idea, que en la zaga parecía defendiendo una trinchera de Montevideo al comando del Gral. Lugano ante las invasiones inglesas, respaldada por un arquero que debe estar entre los cinco top del planeta.

Cualquier similitud con el Estudiantes de Zubeldía, del Narigón o de Sabella, no es mera coincidencia.

Salutti / Gracias Marble! huuuuuyyyyaaaa!!!!